27.5.11

Te miré. De reojo. Sin quererlo. Avergonzada.
Me intimidaba la idea de que te dieras cuenta que te miraba,pero quería, en cierta parte, que sucediera.

No quería comprender cuanto mal provocabas, ni cuanto mal me ibas a hacer. Caía en tu trampa una y otra vez.

Seguiste en tu mundo, sin verme.
Sin intenciones de saber que te miraba.
Me sentí inquieta, equivocada. Sabía que mi error existía.
Incluso sabía cuál era. Pero no quería reconocerlo.
No quería ver la verdad de mi realidad.
No quería ver que no estarías conmigo.
No quería ver como desplegabas tus armas, tus mentiras, tus engaños.
No quería ver como me envolvías en tu juego.
No quería ver cuan duro

sería mi futuro.